El galpón de ventas en Villa Bordeu rebalsaba de gente. Productores y criadores esperaban por la aparición de los animales en la pista para comenzar el remate de la tradicional muestra bahiense. Pero antes de empezar a martillar, Daniel Biocca distinguió la silueta de Juan Pedro Muda entre la muchedumbre y pidió un aplauso. La respuesta de los presentes fue conmovedora, porque se pusieron de pie y sostuvieron el golpe de palmas un rato largo. Y el experimentado ovejero se emocionó…
Fue el reconocimiento a sus más de siete décadas como participante de la exposición de Bahía Blanca y también el premio a la constancia, a la voluntad y a la pasión por las ovejas, que hacen que a los 97 años siga firme en los corrales. Su vigencia como criador había quedado demostrada el día anterior, cuando su cabaña El Carrizal había logrado el campeón borrego de pedigree en lotes y Gran Campeón; y el primer premio y reservado.
Pasión lanar
Cada vez más cerca de la frontera de los 100 años, Juan Pedro desmiente al calendario todos los días. A su impecable lucidez, le agrega la pasión por las ovejas: casi en forma semanal recorre los poco más de 10 kilómetros que separan su casa del campo ubicado en el cuartel ocho donde funciona su cabaña de Corriedale. “No quiero aflojar, mientras me den las piernas, voy a ir”, dice. “Cuando voy al campo revivo, me entretengo mucho allá. Puedo andar todo el día. En cambio, en la ciudad, no llego a caminar una cuadra que me canso”, cuenta.
Claro que ya no está para trotes intensos: “Cuando voy a la cabaña me dedico a clasificar la majada, no más que eso”, agrega Juan Pedro, que es hermano de Raúl e hijo de Pedro, tres de los cabañeros ovinos más importante que ha tenido esta porción de la provincia de Buenos Aires.
Muda no puede determinar el momento en que empezó su relación con las ovejas. No porque su memoria le falle, sino porque los lanares ya formaban parte de su familia antes de que él llegara al mundo. “Yo nací entre las ovejas”, dice. Y realiza una apretada síntesis de la vida en común que ha tenido históricamente su familia con los ovinos.
“Todo empezó en La Primavera, de Pedro Muda, mi padre. Luego hicimos una sociedad anónima con mis hermanos y después decidimos separarnos. Así yo arranqué con El Carrizal, que funciona en el mismo lugar físico que La Primavera, y mi hermano Raúl con La Juanita, en San Mayol”, cuenta Juan Pedro sobre las dos cabañas del distrito que sobrevivieron luego del éxodo que protagonizó en buena parte de la región pampeana la ganadería ovina.
En las mejores épocas, en La Primavera los Muda llegaron a tener una majada de 1200 animales; eran tiempos en los que a las exposiciones se llevaban 40 ejemplares -hoy, en el mejor de los casos concurren con nueve-. La cabaña siempre fue de ganado ovino, la única modificación que sufrió fue el cambio de raza. Los comienzos fueron con Lincoln para pasar luego a las Corriedale, una oveja que da lana más fina.
Ya consumada la división de la cabaña paterna, el fuerte de El Carrizal siempre fueron las Corriedale. Pero hasta hace un par de años Juan Pedro atesoraba con mucho afecto en su campo una pequeña majada de Lincoln, la raza con la que se inició y la que le dio las mayores satisfacciones. En el cariño también había otra razón de peso: “Mi padre inició la cabaña Lincoln el año que nací yo, en 1921”, cuenta.
Y con mucho orgullo recuerda que en diciembre de 1965, en la ciudad de Ayacucho, la prestigiosa cabaña La Reforma, de la familia Zeberio -líder de la raza- pagó 3.100.000 pesos por un carnero de La Primavera. El valor abonado fue por años el máximo a nivel mundial desembolsado por un ovino Lincoln.
Juan Pedro habla junto al premio Prudencia Marra que la Asociación Argentina Criadores de Corriedale le entregó en Bordeu hace algunos años como reconocimiento a su prolongada trayectoria en la producción ovina
La actualidad
Ya no hay Lincoln en El Carrizal, “porque desde hace rato la gente pide las Corriedale”. La relación con la raza, está dicho, comenzó en 1950, en La Primavera. “Empezamos porque a pesar de que teníamos mucha clientela con las Lincoln, veíamos que los productores se empezaban a inclinar por el Corriedale, además que la lana empezaba a tener un mejor valor”, recuerda Muda.
Y diez años después la raza comenzó a pisar fuerte hasta terminar desplazando a las Lincoln. “Las dos son buenas, pero hoy hay mercado sólo para las Corriedale”, explica Juan Pedro, que cría unos 30 carneros por año y tiene un majada que ronda los 80 animales.
Luego de unos años de ausencia en las exposiciones, desde 2015 El Carrizal volvió a sumarse al circuito. Regresó a Villa Bordeu, a Ayacucho, a Alpachiri en La Pampa y también los carneros han participado en Mercedes, Corrientes. Para satisfacción de Juan Pedro, en todas las juras han sido premiados.
En el día a día de la cabaña el criador cuenta con la fundamental ayuda de uno de sus nietos, Juan Manuel Tappertti. “En la cabaña tenemos el plantel de ovejas de pedigree y los corderos están hasta el destete. Después, los llevo a Salliqueló, al campo del Bocha Cesco, con quien tenemos una sociedad. El los cuida y los prepara para las exposiciones y para las ventas”, cuenta mientras muestra con orgullo el premio Prudencio Marra, que la Asociación Argentina Criadores de Corriedale le entregó en Bordeu hace algunos años como reconocimiento a su prolongada trayectoria en la producción ovina.
Juan Pedro asegura que nunca pensó en dejar la cabaña, ni en los momentos difíciles económicos ni tampoco personales, como lo fue el fallecimiento de su hijo hace cuatro meses, que era veterinario y se ocupaba de la parte sanitaria de la majada.
“Mientras esté con vida voy a tener mi cabaña. Y espero que después la sigan mis nietos. Eso me gustaría. Juan Manuel está enganchado y Lucrecia -su hermana-, es la que se ocupa de todo lo contable y administrativo. Ojala se puedan poner de acuerdo y que esto continúe”, indica. Pero eso es hacer futurología, y a Juan Pedro le gusta la actualidad: “En un tiempito vamos a empezar a preparar los carneros que en febrero van a participar de la exposición de Ayacucho”, se entusiasma.
“¿Qué es la oveja para mí? Fue un medio de vida. Pero más allá de lo comercial, siempre fue una pasión. Me crié entre las ovejas. Por eso cuando voy al campo me revitalizo”, asegura Muda.
A Juan Pedro le corre lana por las venas. (LVP)
Pastor por siempre
"Mientras esté con vida voy a tener mi cabaña. Y espero que después la sigan mis nietos. Eso me gustaría. Ojalá se puedan poner de acuerdo y que esto continúe” afirmó Juan Pedro Muda, un hombre apasionado por los ovinos. Por Juan Berreta