Los viernes en CAMPO total radio son especiales. Esa nota positiva y de grandes protagonistas del sector para cerrar la semana, ésta vez tuvo que ver con un consignatario referente de la provincia de Buenos Aires.
Su comienzo en el mundo de la compra y venta de hacienda tuvo mucho de casual. Cuenta que en una cena organizada por la Asociación Rural de Tornquist conoció al “Flaco” Adolfo Concetti, quien se desempeñaba en la consignataria Lanusse-Olasiregui. Hicieron muy buenas migas en la noche, por eso, en la despedida, el Flaco le dijo que si algún día decidía cambiar de trabajo lo fuera a ver. Nueve meses después, Edgardo renunció a la concesionaria de maquinaria agrícola en la que estaba y empezó a trabajar en la consignataria.
“A los cuatro o cinco meses de haber arrancado me di cuenta que me empezaba a gustar demasiado y así transcurrieron los años, y así se construyó esta historia”, explica con sencillez.
A días de que su consignataria celebrara con un nuevo remate el 30 aniversario y de que él en este 2021 esté cumpliendo 55 años en la actividad, queda claro que pudo haber sido fortuito su comienzo, pero que lo que vino después nada tuvo que ver con la suerte o la casualidad. Semejante trayectoria se construye con trabajo, esfuerzo y conducta. Y, por sobre todo en este rubro, con el peso de la palabra.
“Sinceramente cuando me di cuenta de que esta era mi vocación, empecé a creer firmemente en lo que es la actividad del consignatario. Siempre la verdad, siempre el valor de la palabra. Uno toma una hacienda, la vende, la cobra y la paga, y en el camino no tiene que pasar nada, le tiene que llegar lleno el importe del producto al ganadero”, cuenta Vittori, nacido en Tornquist pero criado en la localidad de 17 de Agosto.
“Yo creo que en esta actividad el día que tengamos que utilizar otras herramientas para vender una hacienda y que la palabra no tenga mucho sentido, no sé si podrá tener continuidad”, agrega Edgardo, que es consignatario desde los 25 años.
“Uno fue creciendo de a poco en todo sentido, en lo personal, en lo laboral, pero los remitentes siempre creyeron en nuestra firma. Jamás a un productor ganadero se le ocurrió preguntarme ‘Edgardo, ¿qué respaldo tenés?’. Solamente entregaban la hacienda, nunca me pidieron un documento, nada. Esa es la historia, esa confianza, que es lo único que no se compra en la vida, te la da la trayectoria”, dice con humildad y orgullo.
De todos modos, y con más de cinco décadas en el rubro, Edgardo sabe que no todo es color de rosa. “Recaudos uno tiene que tomar siempre. Hay que conocer en profundidad a cada cliente al que uno le otorga esa mercadería que le remiten. Por supuesto que los riesgos están, quebrantos ha habido y habrá porque la historia comercial es así. Pero lo que más destaco en la vida es la confianza”.
– ¿Qué otro factor destacaría como determinante para haber construido esta trayectoria?
– Nadie hace nada por sí solo. Si no formas un equipo, y ese equipo no se pone la camiseta, tampoco se llega. Yo tuve la suerte de poder ir formando colaboradores. Cuesta años, muchísimos. Ahora los formadores de nuevos colaboradores son los socios, porque uno ya pasó esa etapa.
– ¿Qué relación tiene con los jóvenes?
– Otra de las cosas que me di cuenta es que la gente joven es útil, y yo fui teniendo todos jóvenes con muchas ganas de trabajar. Soy de los que cree en la juventud, no soy de los que opinan que los jóvenes están perdidos. Tienen sus vaivenes como en toda época. Pero a mí los jóvenes me ayudaron, porque con su empuje hacen que te mantengas activo.
Nuestro nombre
En 2012 la vida comercial de Edgardo tuvo otro cambio determinante. Decidió incorporar a la sociedad a sus principales colaboradores, Hernán Vittori, y a Juan José y Juan Bautista Ercazti. La nueva etapa de la empresa generó un cambio de denominación y de razón social: pasó a ser Vittori Ercazti S.A. No se trata de un hecho menor, Vittori, mostrando también una generosidad absoluta, resignó su nombre para impulsar a sus laderos.
“Para mí siempre la consignataria fue lo más importante, y he tenido y tengo un enorme agradecimiento personal hacia los remitentes. Les debemos tanto a ellos, que han confiado siempre, que me preocupaba qué iba a pasar cuando yo ya no estuviera en actividad. Y un día Dios me iluminó y le dije a los hermanos Ercazti y a mi sobrino si no querían integrar la firma”, recuerda Edgardo.
A pesar de las recomendaciones de los asesores, que le decían que él tenía que mantener el 51% de las acciones de la empresa, Vittori la dividió en cuatro partes iguales. “En aquel momento yo veía que con esa actitud iba a tener continuidad la consignataria, inclusive el día que uno no esté. Hoy ya son cinco las partes porque incorporamos a Luciano Spialtini de Tornquist, que hace más de 20 años que está con nosotros y es un gran baluarte”, explica.
– ¿Cuál es el balance que hace nueve años después?
– Ha sido uno de mis más grandes aciertos, hemos crecido en producción. La igualdad de condiciones tiene muchísima importancia, porque la dedicación es plena a la empresa, y no hay diferencias en ningún sentido.
– Si bien tienen toda una tradición en remates feria, llevan más de una década de remates por Internet. ¿Qué pensó cuándo le plantearon empezar con esa variante?
– Siempre mi sobrino Hernán era el que insistía. Un día nos convenció y lo pusimos en práctica. Los primeros fueron muy especiales porque había que hacer la experiencia. Pero también veníamos superando una sequía muy grande que se había dado en 2008 y 2009, y estábamos abarrotados de hacienda y necesitábamos tener un escape. Fue una alternativa para cumplir con todos nuestros remitentes sacando más hacienda con otro sistema, y lentamente empezó a funcionar. Y la verdad es que cada vez funciona mejor. A tal punto que a partir de mayo vamos a hacer un remate físico en Bahía y dos por Internet. Así será todos los meses mientras haya hacienda.
Llegó el final de la charla -con un Edgardo distendido- y queda flotando en el aire ese pasado que se mezcla con el presente. Como una línea que no varió en lo mas mínimo con el correr de tantos años. Hubo y hay seriedad, hubo y hay perseverancia, hubo y hay trabajo, y por sobre todo una conducta intachable en el marco del respeto.
Y además queda claro, hay consignatario para rato.