La trayectoria se construye todos los días, porque en un negocio como el de las casas consignatarias, en un suspiro se pueden dilapidar años de trabajo. Entonces, llegar a 85 años de vida institucional es un hecho tremendamente relevante, y sí además podes levantar la bandera de los valores del compromiso, la palabra y la pasión ganadera, más todavía.
Colombo y Magliano, la consignataria más importante del país, en este 2024 está transitando su 85 aniversario, con la conducción de la tercera generación, la mirada de varios integrantes de la segunda, y con el legado más vivo que nunca de los fundadores.
“Más allá de los cambios, los conceptos básicos y fundacionales se mantienen. Nuestra actividad es muy de contacto con la gente, con los productores y con todos los equipos de trabajo. Entonces, más allá de la tecnología y de los avances, el juntarse, el compartir, es irreemplazable. Y obviamente cumplir con lo que uno pacta y dar un buen servicio para que el productor siga avanzando y produciendo”, dice Juan Pedro Colombo, director de la consignataria, en una charla con CAMPO total radio.
El inicio con los lanares
Si bien la firma se inició en 1939, puede decirse que empezó a originarse en 1934, cuando los hermanos Colombo fundan “Colombo Hnos.” en la localidad de Eduardo Castex, en La Pampa, y se abocan a la comercialización del lanar, que vivía un auge en todo el país. Hasta que cinco años después, Julio Colombo comprueba en Buenos Aires que sus ovejas eran malvendidas y decide instalarse en la capital para defender el precio de los ovinos de los inmigrantes que poblaban el interior del país.
Así es que en 1939 constituye el emprendimiento junto a Carlos Magliano en una oficina de la calle Garay 3280. Nació Colombo y Magliano, y desde entonces la evolución fue permanente. Cinco años después se registra la incorporación plena de todos los hermanos Colombo: Juan, Defendente, Carlos José y Delia junto a su esposo Héctor Nervi. La mitad de los socios residía en La Pampa, la otra mitad en Buenos Aires. Ya para mediados de la década del 40, todos se habían instalado en la capital y la firma era líder en ventas de lanares, con records superiores al millón de ovinos. Se convierten en pioneros en las exportaciones a Oriente Medio. Y establecen una red de más de 70 sucursales y representantes en prácticamente todo el país.
La presencia en el Mercado de Hacienda de Liniers resulta otro hecho relevante. Allí se establecen, desde 1941. Con el paso de los años, la firma fue expandiéndose y diversificándose.
En 1960, la actividad ya había exponencialmente y la red de representantes comienza a poblar el mapa de trabajo del país.
Un renacer con los vacunos
Una década después, por las bajas en las ventas internacionales, el ganado lanar comienza a decaer. Nelson, Néstor, Carlos José, Elvio y julio Cesar, hijos de los fundadores, logran cambiar el rumbo a tiempo, apoyados en una probada estructura de negocios que ya viene funcionando en la pampa húmeda. Se aventuran a replicar esta forma de comercialización de ganado vacuno en una zona que empezaba a desarrollarse. Así logran incrementar los remates feria en todo el norte del país.
A principios de los ‘90, la casa inicia las exportaciones e importaciones de ganado en pie en el ámbito del Mercosur. Las operaciones con Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia acumulan unas 60.000 cabezas. Sin embargo, en este mismo período se produce una drástica caída económica que impacta severamente en los agronegocios. Esta circunstancia los impulsa a una reestructuración, honrando todos los compromisos.
“La década del 90 fue de contracción, veíamos muchos colegas nuestros y muchas actividades de acopio y demás que iban disminuyendo, desapareciendo, y bueno, nosotros tuvimos que achicarnos, casi como decía mi abuelo y mi viejo, ‘un semicierre’ para luego tener un renacer. Pero creo que en esos momentos difíciles es donde uno ve el temple de todo el equipo y cómo afronta esas vicisitudes”, dice Juan Pedro.
Pasada la tormenta, la perseverancia, estricto cumplimiento, innovación y un trabajo metódico, mantuvieron a la firma a la vanguardia en la comercialización de reproductores, invernada, cría, gordo, cereales e inmuebles.
La actualidad
“Toda la década del 2000 por suerte fuimos creciendo nuevamente, ya con la tercera generación a la cual pertenezco, incorporada junto con Carly y Fede Colombo y algunos primos y hermanos que están dentro de la empresa para otras actividades, no en la consignataria. Y así se va construyendo un equipo de trabajo, se han ido incorporando muchos colaboradores y representantes y eso va generando energía positiva para que las cosas vayan sucediendo”, explica el director.
“Y obviamente una clientela que hay que destacar, cómo nos apoya, cómo nos sigue, cómo estuvo los momentos difíciles y cómo seguimos juntos ahora. Con muchos de ellos llevamos muchas generaciones de laburo, ya amigos de hijos y nietos de los que empezaron”, valora.
Hoy en Casa Central, en Buenos Aires, contando al Mercado de Cañuelas, el equipo de cereales y demás, son 65 personas las que integran la firma. “Y después está el equipo de 75 representantes en todo el país, que cada uno tiene su propia estructura, con gente adentro de la empresa, con parte comercial y cobranza”, indica Juan Pedro.
“A eso hay que sumarle el resto de las actividades que lleva la empresa y cada remate, todo lo que es la parte de transmisión, catering y la gente que labura en los remates de a caballo y demás”, agrega para darle dimensión a la actualidad de la firma”, completa.
Está claro que a lo largo de tantas décadas, los distintos integrantes de la familia hicieron un esfuerzo por priorizar la firma y así atravesar los cambios generacionales y también los típicos problemas que hay en cualquier grupo familiar.
“En ese sentido fue todo muy artesanal, porque no hay nada escrito. Cada empresa y cada familia es un grupo diferente. Entonces ahí es donde tienen que estar los liderazgos y también tiene que haber armonía, respeto y flexibilidad, porque claramente en todas las familias y en todos los equipos hay personalidades diferentes. La sapiencia, la sabiduría, está en poder respetarlos, armar equipos y seguir adelante”.
A 85 años del inicio, la tercera generación siguen en la huella enarbolando la misma bandera de los fundadores y bajo la atenta mirada de varios de los integrantes de la segunda generación, que si bien salieron del trajín diario, son permanente fuente de consulta. Y garantes de que el legado seguirá creciendo en las generaciones venideras.