El novillo pesado, entre la exportación y el consumo interno

La categoría está presionada, no sólo porque cada vez es más reducida, sino porque ahora la demandan los supermercados. Por Ignacio Iriarte

Las dos cadenas más grandes de súper e hipermercados del país están utilizando la venta de carne vacuna al público por debajo de su valor de mercado. Lo hacen para atraer clientes para la carne y, sobre todo, para otros productos.
Esta técnica, la de la carne vacuna como “llamador”, hace más de 20 años que se utiliza en la Argentina, pero ahora, en momentos de fuerte caída de las ventas, ha vuelto con un éxito notable. Llama la atención no sólo lo que ambos supermercados pagan por esos novillos en pie, cuyos cortes terminarán en buena parte ofrecidos 20 o 30 por ciento por debajo del valor al que se ofrecen en otros súper o carnicerías, entre dos y cuatro pesos más en gancho que lo que paga el resto de la competencia.
Parte de los cortes de estos novillos comprados a valores que superan el precio de mercado, terminan siendo exportados, porque ambas cadenas están haciendo consumo y exportación.
Otro hecho que llama la atención es que en ambos casos el tipo de animal que buscan para aumentar las ventas al público local son novillos entrepesados o pesados (con papeles); a contramano del paradigma impuesto en estos últimos 20 años, que decía y dice que el consumo prefiere cortes chicos, de animales livianos.
Hace tiempo que los súper e híper (no sólo estas dos cadenas) están demandando animales más pesados, con mejor rendimiento en la despostada que el tipo de animal muy liviano (ternero, novillito, vaquillona) que trabajaron en forma predominante durante más de dos décadas.
El mercado de novillo pesado tipo exportación está hoy muy alterado, no sólo porque su oferta se reduce año a año, sino también porque estas grandes cadenas de súper están buscando –y pagando mejor– ese tipo de novillo.
Desde octubre de 2015, dos meses antes de la llegada de la actual administración, hasta abril de 2019, el consumo de carne (vacuna, porcina y aviar) cayó de 117 kilo a 112 kilos per capita equivalente anual. Mientras el consumo de carne vacuna cae siete kilos, el de pollo cae sólo un kilo y el de cerdo aumenta cuatro.
Si lo que medimos es el gasto de los consumidores, o sea ponderando los precios al mostrador por las cantidades per capita demandadas, se observa que en tres años y medio el gasto cayó 22 por ciento en el caso de la carne vacuna. Pero aumento 13 por ciento el de pollo y 11 por ciento el de cerdo. Llama la atención la firmeza del gasto en pollo, que ha crecido 13 por ciento (a moneda constante) en el período estudiado. Una consecuencia directa de que la ingesta es prácticamente la misma que la del 2015, pero el precio al público en términos reales creció 16 por ciento. Un caso típico de inelasticidad de la demanda. El gasto total en carne, de las tres especies, entre 2015 y abril último cae un 11 por ciento.
Si lo que se analiza es lo sucedido el último año, de abril de 2018 a abril de 2019, es de destacar la performance del pollo, cuyo precio creció 113 por ciento (casi el doble que la inflación) y el consumo, en vez de caer, se mantuvo. No así el consumo de vacuno, muy afectado por la recesión y por los mayores volúmenes exportados, y crece el consumo (y el gasto) en pollo, proteína que en los sectores de menores ingresos sustituye al vacuno. (Agrovoz)

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