Claramente se viene evidenciando tanto en los remates ferias como en las operación particulares y directas, la aparición de mayores plazos de financiación para la compra de distintas categorías de hacienda, explicándose los mismos como respuesta del productor que pretende contener la fuerte caía de precios producto de la estacionalidad de la oferta, así como de las urgencias impuestas a esta por contingencias climáticas que afectan sensiblemente su coyuntura (seca).
A los efectos de ver con mayor claridad la necesidad de contención de la caída de los precios reales que afecta críticamente al productor, se recurre a los siguientes gráficos donde se muestra la evolución de precios según categorías, tanto en términos nominales como reales, durante los meses de abril de los años 2015, 2016, 2017, y 2018.En principio, si evaluáramos dicho artilugio por sus resultados inmediatos, y suponiendo factible mediante más plazos una contención relativa de la significativa caída de precios (-17% en términos reales en el último año), pareciera haberse encontrado la fórmula mágica que inmunice al sector frente a las caídas de precios consecuentes de las sobre ofertas normales de la actividad y de las propiciadas por coyunturas adversas como las verificadas en un escenario de fuerte seca. Ahora, haciendo honor al concepto “prudencia” ya mencionado en párrafos previos, dicha valoración del artilugio financiero comentado, estaría omitiendo otro concepto fundamental e implícito en el valor tiempo del dinero (sobreprecio) que denominamos Riesgo. Por ello, este último debería ser mensurado de manera particular, a los efectos de cuantificar la probabilidad de no pago (por falta de voluntad / capacidad) ostentada por cada cliente que constituya la demanda del bien ofrecido.
Consecuentemente con lo dicho, y considerando los daños sufridos por el sector agropecuario debido a la seca (Según estimaciones privadas de Confederaciones Rurales Argentinas, las mismas superarían los 4350 Millones de dólares por bajas en rindes esperados y áreas de siembras perdidas) que sin lugar a dudas se traducirán en una afectación financiera y económica, y que en muchos casos se reflejarán en quebrantos e incobrables de productores mixtos y/o aquellos que cuenten en sus presupuestos financieros con ingresos estimados por arrendamientos mal o no cobrados. Todo ello, adicionado a la necesidad de enfrentar concomitantemente por el sector ganadero las distorsiones negativas entre los costos estimados en recursos forrajeros y granos (maíz) y aquellos verdaderamente verificados.
Ahora, volviendo al postulado fundamental que da inicio al presente artículo, e incluso suponiendo ingenuamente que un ciclo de engorde que depende de un proceso biológico permanentemente expuesto y supeditado, no solo a las variables de la economía en general, sino que particularmente también a variables independientes e incontrolables como el clima, podría ser comparable en términos de riesgo a aquel asociado a un posible default en el cortísimo plazo del BCRA (premisa absolutamente falsa), se podría concluir que con la nueva tasa de interés de referencia (TNA=30,25%)que dicho organismo ofrece como rentabilidad de las Letras del Banco Central (LEBAC), el premio implícito por el diferimiento adicional de 60 días en el cobro de un ternero de invernada, cuyo precio promedio obtenido durante el mes de abril fue de 39,67 $/kg, ascendería a 1,79 $/kg., llevándolo su valor a 41,45 $/kg. Dicho razonamiento se explica por el hecho de que la Tasa vigente para las LEBACs actualmente resulta equivalente a una Tasa efectiva de capitalización mensual de 2,223%, que capitalizada dos períodos (60 días) equivale a una tasa efectiva bimestral de 4,503%, y que si la aplicáramos al valor promedio obtenido por el ternero de invernada en abril (39,67 $/kg) en 60 días debería incorporar a dicho valor 1,79 $/kg en concepto de costo de oportunidad del dinero. Dicho razonamiento siempre será válido hablando de un diferimiento de 60 días al precio obtenido supuestamente con el plazo habitual, es decir, si el plazo es de 30 días, un plazo de 90 días debería incluir un sobre precio (premio) de 1,79 $/kg. Lo mismo si el caso fuera pasar de un plazo habitual de 60 días a un plazo de 120 días, siendo el plazo de diferimiento el mismo, y suponiendo que una LEBACs ofrece igual riesgo que un proyecto de engorde en el contexto actual (Falso), el sobre precio obtenido debería permanecer igual (1,79 $/kg).
Ahora, claramente la plaza actual no convalida dichos sobreprecios por dicha extensión de plazos, e incluso si los replicara, el mismo debería considerarse insuficiente, dado que venimos afirmando desde un principio que el supuesto de riesgos similares entre el proyecto productivo y el estrictamente financiero (LEBACs) en el cortísimo plazo de 60 día para esta coyuntura es “falso”, y siendo claramente mayor el riesgo de default de un engordador que el del BCRA, el sobreprecio esperado debería ser también mayor.
Claramente, y ahora sí, conscientes de que las LEBACs no resultan una alternativa de igual riesgo de quebranto que el que ofrece un productor que pretende pagar más por un par de meses extras de aire financiero, resulta factible afirmar que el riesgo por no cobrar el ternero vendido al plazo habitual y diferir el cobro 60 días más, no se estaría asumiendo a un precio adecuado.
El mercado de la invernada viene siendo testigo de una notoria depreciación del valor del ternero producto de una seca que afectó seriamente la dotación de recursos forrajeros de los campos, así como una contenida demanda de los feed lots a la hora de convalidar precios producto del importante incremento del precio de recursos como maíz y pellets. Es así que a modo de tormenta perfecta, se verificó la convergencia de una oferta exacerbada por estacionalidad y seca, y una demanda deprimida por la disminución del margen de contribución vía incremento de costos del engorde y un precio del gordo que no presenta grandes indicios de repunte durante los próximos meses.
Por lo dicho, resulta racional concluir que frente a la disyuntiva de vender a plazo o al contado, la posible recompensa por diferir el cobro de lo vendido no estaría bien paga, ya que el mercado financiero ofrece oportunidades que la mejoran incluso con menor riesgo de incobrabilidad, quedando como alternativas para el productor, la venta al contado, y/o, dependiendo de la poco factible disponibilidad de verdeos y praderas, una eventual recría que le permita disponer de terneros y novillitos para una oferta contra estación durante los meses de -septiembre/octubre- con una mejora relativa de precios en términos reales. (Desición Ganadera)
¿Qué pasó con la invernada?
Un peso hoy vale más que un peso mañana. Es bajo esta premisa básica y fundamental de todo razonamiento financiero, que entendemos, se debería ser prudente y evitar razonamientos que erróneamente pretendan subsanar una caída de precios reales de un bien, como coyunturalmente puede advertirse por diversas razones en la hacienda de invernada, mediante el otorgamiento de mayores plazos de financiación en la comercialización de la misma