Llega un año que trae un cambio de época

Con el calentamiento global y la pandemia, se profundiza la mirada desafiante de los consumidores hacia la ganadería, a lo que se suma el intervencionismo en la producción argentina. Sin embargo, el desempeño y las innovaciones del sector muestran su consistencia frente a un mundo de creciente demanda.

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Una conjunción de hechos disruptivos en el país y el mundo imponen mayores desafíos a la ganadería argentina mientras el sector sigue adelante con sus planes de producción y desarrolla tecnologías frente a una nueva era de consumidores cada vez más preocupados por el cuidado del ambiente y la salud.
El año 2021 termina con una caída interanual del 9% de la faena, en línea con la visión de Valor Carne de estar transitando una fase de expansión del ciclo ganadero, que casi no fue afectada por las limitaciones oficiales a las exportaciones y a los precios al público. Según la encuesta CREA de noviembre, las empresas ganaderas continúan apostando a la actividad; muestra de ello es que para atravesar la sequía que afectó a la mayoría de las regiones, el 38% suplementó a las vacas y el 55% anticipó el destete incrementando la suplementación. De cara a 2022, el 55% prevé aumentar la retención en cría y el 48% el peso medio de faena, en la categoría de 350 a 420 kg, entre otras variables alentadoras de productores que toman decisiones en base a datos.
En cuanto a los precios del novillo de consumo, ya en diciembre de 2020 alcanzaron niveles récord en 60 años, que se repitieron en varias oportunidades durante 2021, terminando con el valor máximo en la última semana de diciembre. Los del novillo de exportación, vacas e invernada siguieron un curso similar y el sector está con un nivel de cotizaciones muy interesante. Junto a esta valorización, el atraso del tipo de cambio provocó que el novillo trazado superara los USD4/kg, cerrando el año como el más caro del Mercosur, igual que a fines de 2020.
El autocastigo
La suba de precios de la hacienda y de la carne registrada entre octubre del año pasado y abril motivó al gobierno a juguetear con ideas para ponerle coto. En enero hubo un acuerdo para que la industria exportadora vendiera 6 mil t por mes a precios más bajos. En mayo se anunció la suspensión de exportaciones, en junio se estableció un cupo por empresa, equivalente a la mitad de lo exportado en el segundo semestre de 2020, además de cuotas país (Hilton, EE.UU., 481, Colombia); más adelante se agregaron 3.500 t por mes para Israel y en octubre se otorgó un cupo de 100 t por empresa para vacas conserva y descarte. En todo el proceso, quedaron 7 cortes prohibidos (excepto de vacas viejas) así como los productores-exportadores, sin planta. Finalmente, se volvieron a prorrogar las restricciones hasta fin de año junto con promesas de terminar con la intervención desde 2022, algo que parece muy improbable.
Estas marchas y contramarchas se reflejaron en la evolución de las exportaciones que en 11 meses resultaron de 740 mil tec, mientras el acumulado de 12 meses se estima en 800 mil tec, una caída de 11% interanual. Todo ello ocurría mientras China estaba por completar el 8vo año consecutivo de aumento de compras, aunque en los últimos meses la falta de Brasil por un episodio sanitario y el autocastigo argentino, sus dos principales proveedores, obligaron al primer importador mundial a crecer un poco menos. En este marco, durante muchos meses los países competidores disfrutaron de precios 20-30% mayores en forma interanual, otra delicia que la Argentina perdió en buena medida.
Así las cosas, el nuevo ministro de Agricultura y Ganadería, Julián Domínguez, hizo una declaración que hay que tener presente para no creer cándidamente en otras promesas: no dejará que las exportaciones superen al 22-24% de la producción de carne. Vale recordar que ésta prácticamente no aumenta desde hace 50 años -causando tensiones frente a una población que creció 60% en ese lapso- en buena medida por políticas desfavorables, a pesar de haber tecnologías disponibles para mejorar la productividad.
Ciencia frente al reto verde
La ganadería mundial se enfrenta a una fuerte interpelación por sus posibles implicancias en el calentamiento global, en el bienestar animal y en la generación de resistencia a los antibióticos, que significa una amenaza para la salud humana y animal.
En este contexto, desde Valor Carne volvemos a poner sobre el tapete algunos avances e inversiones de los distintos eslabones de la cadena que dan respuesta a las demandas de la sociedad y cuyas innovaciones hemos contado a lo largo de 2021. Creemos que estos ejemplos son una muestra de la capacidad de transformación de un sector de larga trayectoria.
Comenzando por la cría, la actividad de mayor emisión de metano, presentamos un establecimiento que desde hace ocho años hace manejo holístico. El Rincón de Corrientes, regeneró el pastizal, aumentó la carga de 0,5 a 0,86 EV/ha y casi duplicó la producción de terneros a cerca de 10.000 por año. El INTA analizó los suelos y halló dos toneladas extra de carbono por hectárea en línea con experiencias de los Estados Unidos, cuyos ganaderos se comprometieron a ser carbono neutro en 2040.
Daniel Bovetti, un productor de Córdoba que hace ciclo completo con terminación a corral y tiene cabaña Limangus, se transformó en el primero que evaluó eficiencia neta de conversión (RFI) en su propio campo. Se trata de un carácter estratégico para seleccionar animales que consumen menos alimento y producen lo mismo y, por lo tanto, resulta clave para bajar las emisiones de metano por kilo de carne producido.
Buscando contribuir a incorporar este carácter en el rodeo de distintas razas, Biofarma, una empresa argentina de nutrición animal, realizó una inversión millonaria en un feedlot experimental que incluyó comederos inteligentes para medir la conversión neta de 140 toros a la vez. También instaló el primer equipo del país para el rolado al vapor de maíz, con energía generada a partir de desechos bovinos, lo que permite mejorar 7-8% la conversión en carne, con menor impacto ambiental.
Un adelanto en esa línea vino de la mano de GEPSA Feeds, otra empresa argentina del rubro, que asesora al productor mediante un software que formula la dieta con los nutrientes exactos que aprovecha el ganado, minimizando desechos, a partir de los forrajes disponibles en el campo y suplementos que reducen la contaminación ambiental. Además, brinda un informe de emisiones para poder rendir cuenta de la sustentabilidad del sistema.
En lo que hace al bienestar animal, este año la Argentina dio un nuevo paso adelante con un protocolo para feedlots que permite brindar garantías a los consumidores de todo el mundo. El INTA y Senasa desarrollaron Bienest.AR, con base a su equivalente europeo Welfare Quality®, aunque ajustado a los sistemas locales y con novedades como confort térmico, incomodidad por moscas y anegamiento, entre otros.
También apuntado a preservar el bienestar animal, el laboratorio Phibro Animal Health lanzó una app para gestionar el estrés por calor en el feedlot, mediante el índice de carga calórica. La plataforma permite pronosticar y monitorear eventos extremos y calcular el riesgo de los novillos, según biotipo y cantidad de días de confinamiento, de modo de tomar decisiones en base a datos, ante las frecuentes e intensas olas de calor en el contexto del cambio climático.
Con respecto a la resistencia bacteriana, los M.V. César Fiel y Pedro Steffan desarrollaron una app para asistir a los veterinarios de campo en el diagnóstico y control de los parásitos internos del ganado, en el marco de un programa sustentable. La aplicación recomienda si hay que desparasitar o no una tropa y propone el tratamiento, según los resultados del laboratorio y el historial de uso de drogas en el sistema productivo.
Asimismo, con la visión de evitar la generación de resistencia a antibióticos, el laboratorio argentino Vetanco creó dos empresas, una junto al INTA, Bionnovo, que desarrolló una inmunoglobulina que fortalece la salud intestinal del ternero, sitio de entrada de los agentes causantes de la diarrea neonatal. Otra, con un laboratorio europeo, BV Science, desarrolla ‘productos no antibióticos’ para la nutrición intensiva incluyendo las etapas de recría y engorde.
Por último destacamos que este año, por primera vez, La Nación- Banco Galicia otorgó el Premio a la Excelencia al Mejor Trabajo de Investigación a un frigorífico. Logros SA, mediante un convenio con el INTA y el INTI, midió la huella ambiental de la carne desde la producción primaria en un sistema silvopastoril de Santiago del Estero, pasando por todas las etapas industriales y del transporte, hasta los mayoristas en EE.UU, Europa y Chile, lo que habilita su presencia en las góndolas más exigentes, que están comenzando a requerir esos datos. Ahora, otros 28 frigoríficos exportadores harán un trabajo similar con el apoyo del IPCVA.
Cierra un año complejo, aún en pandemia, pero con logros que alimentan la vocación de la ganadería de seguir produciendo carne sustentable de cara a 2022. (Valor Carne)


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