Seggiaro, los Mercados y el Dólar

El Licenciado Carlos Seggiaro, especialista en temas económicos y con el auspicio de Asociación Mutual Dan, realizó su habitual análisis de los mercados agropecuarios y sobre el futuro del Dólar.

La epidemia desatada en China continúa siendo una incógnita y su impacto sobre el desempeño de los mercados globales es difícil de evaluar al día de hoy, sobretodo sobre productos como el maíz y la soja.
Mientras tanto, en Chicago el trigo parece haberse estabilizado, algo más alejado de estos temas. Luego de fuertes subas en los últimos meses, los precios parecen haber encontrado una meseta, a partir de la normalización del clima en países fuertemente oferentes, como Rusia y Ucrania.
De todas maneras, desde la Argentina el mercado observa con atención el escenario futuro, a partir del fuerte salto exportador que experimentó el trigo en los últimos meses y, consecuentemente, la posibilidad que se produzcan faltantes para el mercado interno de aquí en adelante. Los despachos habituales a Brasil también podrían estar condicionados en este contexto, marco en el cual el mercado continúa convalidando buenos precios.
Mientras tanto, el principal tema de análisis sectorial en la Argentina continúa vinculado a la situación de Vicentín. La novedad de esta semana es la convocatoria a acreedores planteada por la empresa, una medida que negaban absolutamente hasta la semana pasada. Incluso hoy, la Bolsa de Comercio de Rosario ha suspendido a la empresa como operadora del Mercado Físico de Granos, hasta que se logre la homologación del acuerdo preventivo con sus acreedores.
Desde el momento del anuncio, comenzó otra instancia empresarial para el Grupo Vicentín y sus más de 4.000 trabajadores a lo largo de la Provincia de Santa Fe, principalmente, en la ciudad de San Lorenzo donde concentra sus activos más valiosos que hoy se encuentran paralizados.
La empresa, principal exportador de productos de soja procesada de nuestro país, se vió forzada a vender una porción de su participación en un emprendimiento que tiene junto con Glencore en diciembre, cuando sus gastos en expansión la dejaron expuesta a la fuerte crisis económica.
En total, la deuda de Vicentín asciende a U$S1.350 millones, de los cuales unos U$S1.000 millones son con los bancos y otros U$S350 millones con empresas del sector agrícola. El Banco Nación es el principal acreedor de la empresa, con $18.000 millones, seguido por el Banco Provincia con $1.600 millones y el Banco de Industria y Comercio Exterior (BICE) con $5 millones.
Un capítulo aparte son sus acreedores del sector primario, más precisamente productores, acopios y cooperativas que le vendieron granos. A partir del default de Vicentín este grupo afronta a su vez un descalce financiero que tiene en alerta al sector agroindustrial local. Por lo pronto, la semana pasada cayó en default la primera corredora de granos afectada por esta situación.
¿Qué puede pasar con el Dólar? 
Sabemos de primera mano que tanto el Ministro Kulfas, de la cartera de Desarrollo Productivo, como el Ministro Guzmán, de Economía, coinciden en que el tipo de cambio tiene que ser competitivo para que las empresas argentinas puedan exportar y generar las divisas que hacen falta para hacer frente a los compromisos de la deuda. Sin embargo, y pese a esta convicción, lo cierto y concreto es que el dólar desde diciembre hasta la fecha ha permanecido muy estable, mientras que la inflación ha seguido su curso, debilitando consecuentemente el llamado “tipo de cambio real”.
Cepo mediante, ya hemos expresado que el dólar va a valer en la Argentina a lo largo del 2020 lo que quiera el Banco Central. No hay posibilidad alguna de corrida ni de golpe devaluatorio, por la sencilla razón que el mercado formal prácticamente ya no existe. En este punto, la lógica indica que el Banco Central debería instrumentar los mecanismos para permitir que el dólar “oficial” se vaya deslizando progresivamente en sintonía con la inflación.
¿Y por qué no lo hicieron desde diciembre hasta aquí? Según un reciente informe del IERAL, el peso argentino se apreció aproximadamente un 10% desde septiembre, debido a la estabilidad nominal de la cotización, frente a una inflación relativamente elevada. Frente a este cuadro una respuesta sería que el dólar en septiembre era muy alto en términos reales y que, por lo tanto, había margen para estabilizarlo.
Como argumento suena razonable y puede servir parcialmente para explicar la foto actual. Pero la película tiene que ser distinta.
Por supuesto que juega un rol más que evidente el hecho que un dólar más alto expresa presiones inflacionarias, y que sostenerlo planchado desde diciembre fue una pieza más, en la estrategia de frenar parcialmente los precios de la Economía, en sintonía con el congelamiento de las tarifas y de los combustibles.
Ahora bien: ¿Qué es más importante y/o prioritario? ¿Reactivar la Economía y sostener la competitividad o frenar la inflación? Si hemos entendido bien la lógica con la que piensan tanto Kulfas como Guzmán,
creemos que desde ahora en adelante, y de cara a los próximos meses, deberían tomar las medidas necesarias para evitar que el dólar continúe el proceso de apreciación que vimos últimamente. En caso contrario, la tentación de pisar el dólar para frenar la inflación comenzará a debilitar la capacidad de la Economía para reactivar la actividad productiva y generar las divisas necesarias para hacer frente a los compromisos de la deuda. ¡Sería un grave error!

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