Según los registros del SENASA sobre movimiento de terneros y terneras con destino a invernada (engorde) y cría, la estacionalidad de la oferta de estas categorías es la siguiente: en enero se comercializa el 5,2 por ciento del total anual, índice que sube al siete por ciento en febrero y al 10,7 por ciento en marzo.
En abril llega a 12,2 por ciento y en mayo toca su punto máximo, con un 14,3 por ciento. A partir de ahí comienza a bajar: junio (11,6), julio (8,4), agosto (8), septiembre (7,2) y octubre (5,7). Según los registros del trienio 2016-2018, el piso se toca en noviembre (4,2) y en diciembre tiene un leve repunte a 5,4 por ciento.
De acuerdo con estos datos, el 49 por ciento de la zafra se concentra en el cuatrimestre marzo-junio y también según estos registros, sólo 24 a 27 por ciento de los terneros vendidos va en forma directa al feedlot, lo que sugiere que el porcentaje que va al campo a recría (antes de comenzar la etapa de terminación) y lo que va a corrales no declarados (dentro de los mismos campos) es, en conjunto, más grande que lo estimado.
En los cuatro primeros meses de 2019 y también según el SENASA, la comercialización de terneros habría caído 10,5 por ciento con respecto al año pasado.
Si bien una primera lectura podría indicar que ha aumentado la cantidad de terneros retenidos para recría, la comparación con el cuatrimestre enero-abril de 2018 es engañosa, porque el año pasado el criador se vio forzado a vender la mayor parte de su destete en forma anticipada a causa de la seca.
En cambio, si se compara la estacionalidad de la oferta de terneros de los últimos tres años (2016-2018) con la del período 2009-2014, se observa que la distribución a lo largo del año ha variado muy poco.
En el primer caso, el 49 por ciento de las ventas se encuentra en marzo-junio, mientras que en el período 2009-2014, en esos meses se agrupa el 51,5 por ciento, lo que marcaría una tendencia incipiente a escalonar ventas o la recría.
Pérdida
Desde octubre de 2015, dos meses antes de las elecciones que llevaron a Mauricio Macri al gobierno, la inflación (índice de CABA) ha sido del 223 por ciento. Con esa referencia, en los últimos tres años y ocho meses el precio del ternero de invernada (180-200 kilos) pierde 24 por ciento en términos reales.
La vaca conserva buena, pese a la percepción general de que ha tenido una fuerte valorización en los últimos dos años por el auge exportador, cotiza 200 por ciento por encima de octubre de 2015, o sea, también debajo de la inflación registrada del mismo período.
Igual la vaca gorda, que aumentó 208 por ciento, y más cerca queda el novillo en Liniers (218 por ciento), mientras que el novillo mestizo pesado de exportación aumentó 239 por ciento.
En el mismo lapso, el maíz trepó 550 por ciento, mientras que el tipo de cambio neto para la carne vacuna creció 398 por ciento –partió de un gran atraso– y una canasta de insumos ganaderos (personal, pasturas, verdeos, silo de maíz, alambre, gasoil, maíz, etc.), creció 271 por ciento. La tarifa de la electricidad residencial en la Capital Federal, según las estadísticas oficiales, subió 2.022 por ciento en los últimos 42 meses. (Agrovoz)
La invernada inició el camino hacia la baja estacional de oferta
En los cuatro primeros meses de 2019, la comercialización de terneros habría caído 10,5 por ciento con respecto al año pasado. Por Ignacio Iriarte