Los precios son los que más sufren la mayor oferta de carne

La carne dejó de ser un buen escaso. Para poder colocar la mayor oferta, hay que hacer concesiones en los precios. Por Ignacio Iriarte

Los precios del ganado se ubican hoy en términos nominales en el mismo nivel que un año atrás, cuando en el ínterin el índice de precios al consumidor creció un 25 por ciento, y un índice ponderado de insumos ganaderos lo hizo un 19,4 por ciento.
La oferta es alta, la competencia de los sustitutos es intensa –pese al menor volumen ofertado de pollo– y las subas de tarifas han tenido un impacto negativo superior a lo esperado en el consumo masivo.
Un mes de abril inéditamente lluvioso y cálido ha permitido recomponer la humedad en los suelos en el 80 por ciento del área ganadera nacional. Pero hasta que no vengan los primeros fríos y las primeras heladas no se podrá componer un presupuesto forrajero para el próximo invierno.
Se ha llegado a implantar una superficie impensada pocas semanas atrás de verdeos y praderas, pero el aprovechamiento de verdeos está atrasado 30-45 días con respecto a un año normal.
Los feedlots se siguen llenando, lo que permite pronosticar una más que abundante oferta de gordo liviano para julio-noviembre. Es probable que la muy adversa relación carne/grano que ya está instalada se mantenga en los próximos meses, y esto fuerce a los productores a acortar el período de engorde, ofertando animales más livianos.
Pero no sería la primera vez que un buen número de feedloteros e invernadores, a la espera de un rebote en los valores del gordo, y con una invernada que se prevé cara para el segundo semestre, apuesten a alargar el engorde.
Es probable que en algún momento del último trimestre de este año se produzca un rebote en los valores del ganado, primero de la invernada y luego del gordo, pero antes “hay que llegar hasta la otra orilla”.
Buena cantidad
La oferta ganadera crece por varias razones:
Primero: Porque el stock ha venido creciendo (dos millones de cabezas en los últimos tres años) y ese aumento ya ha comenzado a reflejarse en la oferta de ganado para faena.
Segundo: Porque la retención se ha ralentizado hasta casi desaparecer. El stock a marzo de 2018 habría crecido sólo 200-300 mil cabezas (entre 0,4 y 0,6 por ciento). Los ganaderos (criadores) han dejado de ahorrar (retener) y se desprenden, una vez apartadas las terneras de reposición, de prácticamente toda la producción de terneros, que se engorda y faena. En términos reales, los precios del gordo han caído, y los precios del ternero de invernada han bajado más aún, y esto desincentiva la retención.
A medida que caen los valores reales del ganado, es necesario vender un volumen mensual de hacienda mayor para cubrir los gastos de vivir y del funcionamiento del campo. (“Es el ciclo ganadero, estúpido!”).
Tercero: En los últimos meses habría crecido poco, pero habría crecido, el peso medio de faena, que según datos oficiales a marzo último se ubicaría en los 228 kilos por animal.
Cuarto: Desde hace unos meses, la seca obliga a muchos ganaderos a desprenderse de una cantidad no prevista de vientres o de hacienda sin terminación o de terneros que en un año normal se recriarían.
El año pasado la oferta de carne vacuna creció un siete por ciento y en los tres primeros meses de 2018 la oferta subió otro 7,3 por ciento. La carne vacuna ha dejado de ser un producto escaso; y para vender estos volúmenes adicionales de carne ofertados –que en un 50 por ciento se vuelcan al mercado interno– es necesario hacer concesiones en los precios. (Agrovoz)

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