Malezas: la era de la globalización

Las especies resistentes a herbicidas no tienen fronteras. El yuyo colorado ya no es sólo un problema en el norte sino que se transformó en la principal amenaza para el sur bonaerense. El raigrás, hizo el camino inverso y está presente en la zona núcleo. El especialista Ramón Gigón analiza la situación y brinda recomendaciones de manejo

Por momentos, los productores y los técnicos no le dan respiro al ingeniero Ramón Gigón (foto). El celular del especialista en malezas suena y suena, acopia fotos y consultas sobre situaciones que se registran en distintos lotes con especies que se resisten a ser combatidas. El ex integrante del INTA y hoy asesor privado con base operativa en Tres Arroyos, cada vez tiene más trabajo, un dato que indica que la mano no viene bien. Y más allá que las malezas resistentes y tolerantes hace rato que dejaron de ser una novedad, siempre logran ser protagonistas. Por la aparición de nuevas especies o, como está ocurriendo en las últimas dos campañas, por su expansión a distintas regiones productoras.
“La característica fundamental y más preocupante de lo que se está viendo en los últimos años es que malezas que estaban en el norte han bajado al sur; y también algunas que eran del sur bonaerense ya están en la zona núcleo”, explica el ingeniero Gigón, quien se desempeñó en el INTA Bordenave y en la CEI Barrow.
“Esto se da sobre todo por la dispersión producida por las cosechadoras que vienen del sur de Santa Fe y de Córdoba a cosechar la fina al sur de Buenos Aires, y siempre traen semillas de malezas resistentes. Entonces las especies van bajando”, comenta.
Aunque, lamentablemente, el proceso es de ida y vuelta. “Desde hace un par de campañas lo que observamos es que malezas que eran nuestras (por el sur bonaerense), como el raigrás y las crucíferas, las cosechadoras las transportan para el norte. Entonces, se empezó a uniformar la zona núcleo con el sur”, completa el ingeniero que realiza ensayos en una amplia región.
La amenaza
Con esta globalización impulsada por el traslado de las cosechadoras, el yuyo colorado (amaranthus) conquistó la región cerealera bonaerense y obligará al productor a estar muy atento en la próxima campaña de gruesa. “El amaranthus acá no existía y hace tres años empezamos a ver algunas plantitas aisladas en el sur, pero este año ya tenemos muchísimos lotes invadidos en un 30 y un 40%, y además en esos lotes ya semillaron. Así que esperamos que para la gruesa del año que viene será una de las malezas más complicadas”, cuenta Gigón.
El yuyo colorado introducido por las cosechadoras durante la fina queda en el rastrojo y cuando se le dan las condiciones empieza a crecer. Es una maleza que nace en el verano y tiene un crecimiento explosivo.
El especialista advierte que “en esta zona se subestimó el problema, nadie hizo las aplicaciones que se debían hacer para el yuyo colorado. Venimos acostumbrados a la rama negra, y para esta maleza hay que realizar otro manejo”, indica.
“El año que viene vamos a tener mucho yuyo colorado porque los controles que se hicieron no funcionaron y semilló todo. La planta produce muchísimas semillas, más que la rama negra, hablamos de unas 500.000 por planta”, agrega.
El control
El amaranthus se maneja con un herbicida de acción residual. “Viene en el verano y enseguida crece. De modo que hay que hacer una aplicación antes de la emergencia. Porque una vez que nació y tiene más de ocho centímetros, casi ningún herbicida post emergente funciona”, cuenta Gigón.
Lo que sucedió en el sur bonaerense en esta campaña que estamos transitando fue que las aplicaciones del post emergente se realizaron con plantas de entre 12 y 15 centímetros, “entonces eso rebrotó y ahora está semillando”.
El yuyo colorado quedó en el banco de semillas y se siembre el cultivo de gruesa que sea va a nacer. En cuanto a las herramientas químicas disponibles, el maíz saca ventajas porque hay una paleta más numerosa de productos. Le sigue la soja y tercero se ubica el girasol, que es el que menos opciones ofrece porque al ser el que ocupa menor superficie las empresas trabajaron menos en su desarrollo.
“Si uno ya sabe qué cultivo va a sembrar, al entrar en la primavera, en el último barbecho antes de la siembra, tiene que aplicar un herbicida de acción residual para empezar a matar la primera camada de la maleza. Y luego estar encima del lote monitoreando”, dice Gigón.
La otra recomendación para los lotes en los que el yuyo colorado ya se haya escapado en la actual campaña y haya semillado, es pasar el potrero a fina. “Lo idea es rotar con un cereal de invierno, porque ahí no es un problema. Si en dos o tres años podemos evitar hacer gruesa, evitamos la complicación”, explica. “También pasar el lote a ganadería, hacer una verdeo y pastorearlo es muy recomendable. Porque hemos visto que con el pastoreo la planta no semilla, entonces baja la población”, agrega.
“Como siempre, lo ideal es diversificar. Porque si hacemos gruesa sobre gruesa cada vez habrá más yuyo colorado”, insiste.
A la hora de contraponerlo con la rama negra, maleza que ya es endémica y está en un 90% de los lotes del país pero que el productor tiene claro que si realiza el control en tiempo y forma, con los herbicidas disponibles puede manejarla, el yuyo colorado ofrece más complicaciones. “Lo que tiene es que rápidamente genera resistencia a los herbicidas, en ese sentido es parecido al raigrás, y por eso son las dos malezas más difíciles a nivel mundial”, cuenta el ingeniero.
“Tiene una genética que hace que la planta enseguida produzca mutaciones y en dos o tres años, si aplicás el mismo herbicida, generás biotipos con resistencia”, indica el especialista. “Además, es una planta mucho más agresiva que la rama negra y la competencia que ejerce con los cultivos de verano es superior. Alrededor de una planta de yuyo colorado directamente perdés el cultivo”, completa.
La amenaza II
Para el sur bonaerense, el yuyo colorado parece ser el futuro inmediato, mientras que el raigrás es el presente. “Es nuestra maleza número uno, sabemos cómo manejarla, pero seguimos teniendo graves problemas”, advierte Gigón.
El banco de semillas más grande de raigrás está en el partido de Coronel Dorrego, donde hay resistencias múltiples a los herbicidas. Si bien ahí fue su origen, hoy la maleza ya está en todo el sudeste, en la franja costera, y ha aparecido en el norte provincial. De hecho, al especialista lo han convocado para brindar charlas sobre el manejo del raigrás en Entre Ríos y Santa Fe.
“Los biotipos que han aparecido en el norte no son tan bravos como los nuestros, que ya tienen resistencia a graminicidas, que son los que funcionan para su control. Por eso ahora lo que tenemos que hacer es cuidar las herramientas químicas que funcionan, usando las dosis adecuadas, en el momento indicado, para que no genere resistencia”, indica.
En los lotes en los que hay un gran banco de semilla, en caso de no lograr un buen control hay altas posibilidades de perder el cultivo de fina o tener una afectación de un 80% en los manchones donde el raigrás está más denso. Se trata de una maleza que compite con el trigo y la cebada por el agua que está arriba y por los nutrientes. Además tiene un compuesto alelopático que libera en el suelo y provoca que los cultivos macollen menos y bajen la producción. “El raigrás y la avena fatua son las malezas que mayor competencia ejercen en trigo y cebada. Si no tenemos buenos controles, generan pérdidas de 50% para arriba”, asegura Gigón.
El control
En cuanto a las soluciones, en las últimas campañas el manejo más efectivo resultó la aplicación de herbicidas residuales. “Estamos trabajando fuerte con residuales porque nos permite entrar otros modos de acción distintos. Hay algunas moléculas nuevas. Entonces, aplicamos el herbicida en el otoño -marzo / abril-, para ir controlando las primeras camadas de raigrás”, explica.
Como una muy buena nueva, Gigón cuenta que desde hace dos años están realizando trabajos con cultivos de cobertura con interesantes resultados. “La competencia inicial que le hacen, al raigrás no le gusta, y se queda más quieto. Y cuando ‘quemás’ el cultivo, en agosto o setiembre, cuando el lote va a gruesa, tenés plantas más débiles, más chicas, con menos macollos, y los controles suelen ser mejores al final”, describe el técnico.
“Entonces es una buena alternativa, sobre todo si van rotaciones de fina a gruesa. Ahí podemos introducir alguna avena vicia o cebada vicia, sembrada en febrero / marzo, ayuda para el control del raigrás y también para rama negra”, agrega.
Por último, el especialista insiste como recomendación general la rotación. “Si se puede entrar con una pastura perenne para hacer descansar el suelo, mejor, y que las mismas especies vayan compitiendo. Eso hace que la presión de selección con los herbicidas sea menor, y la resistencia también sea menor”, indica.
“La clave es estar encima de los lotes para hacer las aplicaciones cuando la maleza es chica, que es el momento en que los herbicidas funcionan. Porque si llegamos tarde empieza a fallar todo y aumenta el gasto económico también. Sumado a que le empezamos a pegar al cultivo con la fitotoxicidad de los herbicidas por tener que subir las dosis o hacer mezclas”, advierte el especialista a modo de cierre.
Son 17 las especies resistentes registradas
En Argentina se han registrado hasta el año pasado 17 especies de malezas con resistencia a herbicidas, 13 de ellas con resistencia a glifosato, y 8 con resistencia múltiple a glifosato y/o Inhibidores de ALS (sulfonilureas, imidazolinonas, triazolpyrimidinas) y/o Inhibidores de ACCasa (graminicidas), se indica en un trabajo publicado recientemente por especialistas de la Facultad de Ciencias Agrarias (UNMdP) y del Proyecto de Tecnologías de Cosecha de Granos y Forrajes del INTA.
Además, el informe describe que se detectaron durante 2017 biotipos con resistencia a herbicidas hormonales (2,4-D y dicamba). Las denuncias de resistencia a nivel nacional pueden ser consultadas online en la página de la “Red en conocimiento de malezas resistentes” (REM) (www.aapresid.org.ar/rem), donde se registran los alertas de resistencia a herbicidas así como información de interés de los distintos casos en forma actualizada.
En tanto, en el sudeste bonaerense el número de malezas con resistencia es sensiblemente inferior, destacándose entre ellas el “raigrás anual” (Lolium multiflorum), “nabo” (Brassica campestris), “nabón” (Raphanus sativus), y reciente aparición de Amaranthus palmeri en lotes aislados de los partidos de Lobería y Necochea. Esta última especie fue detectada en la zona durante el año 2016, y se cree pudo haber ingresado dentro de las máquinas cosechadoras que desarrollaron sus tareas en el establecimiento, provenientes de la provincia de Córdoba. El manejo de las poblaciones resistentes a herbicidas, así como la prevención de aparición de nuevos casos de resistencia y su diseminación requiere la incorporación de varias prácticas de manejo.
El top ten de los últimos años
Yuyos colorados y gramíneas son los grupos de malezas con mayor crecimiento zonal entre 2015 y 2017.
No es ninguna novedad que a los yuyos colorados resistentes a glifosato cada campaña se los encuentra presentes en una nueva zona. En los mapas de la “Red en conocimiento de malezas resistentes” (REM) relevados en 2017 (ver https://www.aapresid.org.ar/rem/mapas-rem/) esto aparece muy claramente: mientras que en el relevamiento de 2015 se mencionaba al Amaranthus hybridus en 44 partidos y departamentos provinciales, en este último año se lo mencionó en 120. Seguidamente, en orden de crecimiento se encuentra su primo hermano, el Amaranthus palmeri, que en 2015 estaba presente en 52 partidos y departamentos y en 2017 en 95.
El primero de ellos creció mayormente en las zonas norte, oeste y sudeste de Buenos Aires, Entre Ríos, Norte de Santa Fe, NEA y NOA. El palmeri se difundió hacia el norte de La Pampa, norte de Buenos Aires, centro de Córdoba y el NEA.
Gramíneas
Luego de los yuyos colorados, ganadores indiscutidos, quienes le siguieron fueron las Chlorídeas, grupo de gramíneas tolerantes al glifosato, que se mencionaron en 25 nuevos partidos y departamentos frente al relevamiento de 2015. Se expandieron mayormente hacia el norte y oeste de Buenos Aires y La Pampa, ya que más al norte se encontraban presentes desde antes.
Un escalón más abajo se ubicó la pata de gallina (Eleusine indica) resistente a glifosato, que creció en 20 distritos, casi todos ubicados en la zona norte de Buenos Aires.
El pasto amargo (Digitaria insularis) resistente a glifosato es quien le siguió en crecimiento, con unos 10 nuevos departamentos y se ubicó mayormente en las zonas NEA y NOA. En este mismo nivel de crecimiento geográfico se ubicaron las Gomphrenas, (G. pulchella y G. perennis), amarantáceas muy tolerantes a glifosato, el Capín (Echinochloa colona) resistente a glifosato, la Brachiaria o pasto crespo (Urochloa panicoides) resistente a glifosato y el sorgo de alepo (Sorghum halepense) también resistente a este activo, para completar la lista de las 10 malezas que más crecieron en este período de dos años.
Razones
Sobre las causas de este permanente crecimiento geográfico de las malezas difíciles mucho puede decirse y cada especie tiene causas particulares. Existen las naturales donde muy poco puede hacerse (cursos de agua, viento, pájaros) pero el hombre colabora en gran medida con el transporte de maquinarias, animales, heno, granos. Para el caso de las Chlorideas y el pasto amargo el viento es su principal fuente de dispersión, así como para Capín lo es el agua. Las semillas de yuyo colorado son muy apetecibles para los pájaros y las corrientes de agua también llevan sus semillas, pero las cosechadoras hacen lo suyo y las transportan cientos de kilómetros. Una cuenta pendiente en Argentina que habría que abordar.

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