La gran novedad del Foro de Genética Bovina, que tuvo lugar el miércoles en la 133º Exposición Rural de Palermo, fue la presentación de un nuevo indicador para incluir en los programas de evaluación genética.
Se trata del llamado consumo residual (RFI, por sus siglas en inglés), que en otras partes del mundo ya tiene efectos concretos en la producción de carne pero que en Argentina aún no se ha popularizado.
¿En qué consiste este indicador? No se trata del residuo que queda en los comederos tras el paso de los animales. El RFI (residual feed income), según explicó el genetista Sebastián Munilla, podría ser traducido más precisamente como “eficiencia neta de conversión”.
Es la eficiencia de conversión corregida por crecimiento y tamaño del animal, y sirve para medir la variación en el consumo de alimento más allá del requerido por un animal para mantenerse y crecer.
En promedio, los bovinos necesitan siete kilos de forraje para producir un kilo de carne, pero hay algunos que necesitan un poco más y otros que necesitan un poco menos. Conocer esa variabilidad es clave porque permite seleccionar a los que hacen una mejor conversión para reducir el consumo y mejorar la rentabilidad de las empresas.
Ventajas
“La heredabilidad del consumo residual es suficientemente alta como para incluirla en programas de selección genética”, afirmó Munilla.
“Los animales con bajo RFI son más eficientes en la conversión de alimento. Probablemente hay cuestiones asociadas a la digestión, tienen procesos más eficientes de captura de energía -emiten menos metano-. Si tenemos animales sanos y con mejor metabolismo proteico, probablemente tenemos animales más eficientes”, detalló por su parte el especialista del INTA Anguil, Aníbal Pordomingo.
La dificultad que presenta el RFI es que es complejo medir el consumo de cada animal, pero Munilla y Pordomingo forman parte de un equipo que ya lo está haciendo a modo experimental, con buenos resultados. Junto al CREA Cabañas, y gracias a unos comederos inteligentes desarrollados por el Inta, midieron durante 70 días el consumo minuto a minuto de un grupo de 64 toros para conocer su RFI, y cruzaron esa información con otros datos como la calidad de semen y el peso al nacer para seleccionar a los mejores reproductores.
Antecedentes
La experiencia tiene antecedentes en el mundo. Desde Sudáfrica, por ejemplo, llegó el testimonio de Phillipe Oosthuizen, quien maneja un feedlot comercial de 12 mil cabezas y que, con una plataforma para la recolección de datos de RFI, logró aumentar 200 gramos por día la producción de carne y pasar de siete a 5,5 kilos de alimento consumido por kilo de carne producido.
Para Adolfo Lafontaine, presidente del CREA Cabañas, la principal dificultad que presenta esta información es que está basada en datos fenotípicos; es decir, que surgen de la observación empírica, y para trasladarlos a un uso masivo es necesario traducirlos a datos genéticos.
“Los efectos sobre el sistema serían una mejora en la productividad con el mismo consumo manteniendo el biotipo, una mayor receptividad de los recursos forrajeros, mejor rentabilidad y reducción de emisiones de metano del 33 por ciento. Con solo evitar usar los animales de alto RFI ya estamos haciendo un progreso”, afirmó Lafontaine entusiasmado.
El genetista Daniel Musi fue el encargado de transformar la novedad en un desafío concreto. “Hay que evaluar gran cantidad de animales fenotípicamente para pasar a una evaluación genética y, luego, a una selección genómica. Para eso hacen falta gran cantidad de acuerdos”, dijo.
Pordomingo agregó: “Los equipos ya van a estar disponibles, se puede armar una red para capturar y procesar esa información. Lo siguiente es pensar en una plataforma de gestión de datos para asegurar su objetividad”.
Una mesa genética
En paralelo, el subsecretario de Ganadería, Rodrigo Troncoso, anunció la creación de la Mesa de Competitividad Genética, que este viernes tendrá su primera reunión.
“¿Qué tenemos que hacer para apuntalar el crecimiento ganadero? ¿Qué visión compartida tenemos de la genética bovina argentina?”, son algunas de las preguntas que planteó Troncoso en el Foro de Genética.
Cabe recordar que las mesas de competitividad son un mecanismo que viene llevando adelante el Gobierno nacional con diversos sectores, para reunir en un mismo espacio de debate a todas las visiones que conforman cada actividad económica y buscar puntos en común.
“Habrá coincidencias y diferencias, pero con el tiempo se llega a un horizonte común que es lo que necesitamos para avanzar en acciones concretas”, remarcó Troncoso. Por Lucas Villamil – Clarín Rural
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