Las temperaturas extremas y el alto nivel de humedad registrado en los últimos días en diversas zonas del país, provocaron la mortandad de una gran cantidad de animales en establecimientos de campo y feedlots, así como en el Mercado de Liniers. La problemática no es nueva, incluso ya fue abordada por Valor Carne en diversas oportunidades.
En su visita a la Argentina para participar en las Jornadas Ganaderas de Pergamino, el especialista estadounidense Terry Mader Mader de la Universidad de Nebraska, planteó que la ola de calor del verano argentino de 2014 “pudo haber provocado una disminución del 12% en la ganancia de peso, un deterioro en la eficiencia de conversión del 7% y un aumento del costo del kilo producido de más del 8% en las categorías de alto riesgo, además de mortandad”. La estimación, surgió de un modelo de simulación en el que se aplicaron los datos ambientales de Río Cuarto, Junín y Santa Fe.
Los riesgos
Los animales alimentados con dietas de alta energía generan cantidades significativas de calor metabólico, que es transferido desde el cuerpo hacia el medio ambiente mediante procesos fisiológicos normales como el jadeo y la sudoración.
“Cuando la temperatura ambiental sube y se dan ciertas condiciones de humedad y de viento, este proceso se interrumpe y el calor se acumula en el cuerpo. La temperatura corporal puede subir hasta un grado y medio durante el pico térmico del día y luego, si el contexto lo permite, bajará en la noche. Pero si no hubiera tal descenso, el consumo de materia seca disminuirá. Es decir, que el animal buscará compensar el calor ambiental limitando el calor metabólico que genera el alimento”, explicó Mader. Así las cosas, “si las temperaturas continúan altas durante dos o tres días seguidos probablemente el animal termine muriendo. Cuando comienza a respirar por la boca y no traga saliva, es un indicador temprano de que está empezando a sufrir. Es decir, que perdió capacidad de termorregulación y su temperatura subirá por encima de los 40º C”, advirtió.
La experiencia local
Basándose en los estudios de Mader, el especialista argentino Juan Elizalde, del estudio Elizalde&Riffel, sostuvo que en EE.UU. el consumo de materia seca se reduce entre 5% y 10% desde el 15 de junio hasta el 30 de julio, lo que para la Argentina sería el equivalente a del 15 de diciembre al 30 de enero. “La eficiencia de conversión de alimento en carne empeora más que este porcentaje (posiblemente al doble) por la combinación de un menor consumo y un mayor gasto energético. En casos extremos, el efecto negativo puede llevar a la muerte de animales por golpe de calor”, aseguró Elizalde y planteó que el desafío es cómo enfrentar esta problemática.
Estrategias de mitigación
Sombra: es un método efectivo porque reduce la radiación directa e indirecta sobre los animales, pero se pierde el beneficio si no hay viento. El espacio de media sombra debería ser de 1,8 m2/animal para novillos pesados y podría reducirse a 1,5 m2/animal para terneros o novillitos livianos. Esto permite reducir entre 1-3 grados C. La altura debería ser entre 3 y 4 metros como mínimo (para que circule aire debajo) y la orientación aconsejable, N-S.
En las fotos siguientes se presentan diferentes tipos de estructura con media sobra al 80% o techo de chapa.
Hay categorías de animales que son más susceptibles al estrés térmico respecto de otras. En este sentido los terneros de destete precoz, los animales Holando (terneros, novillitos y novillos) y los animales terminados para venta requieren tener acceso a algún tipo de sombra (natural o artificial).
Manejo de la alimentación: en verano, los animales consumen la mayor parte del alimento al atardecer, lo cual les permite disipar el calor asociado a la digestión y al metabolismo durante la noche cuando la temperatura es menor. Por lo tanto, a partir de diciembre y hasta principio de marzo, es conveniente suministrar una mayor proporción de la ración a la tarde para que los animales tengan comida fresca al momento del pico de consumo. Trabajos desarrollados por el Dr. Zinn y colaboradores en la Universidad de Davis, California, demuestran la conveniencia de ofrecer el 30% de la ración diaria a la mañana (lo más temprano posible) y el 70% restante a la tarde (lo más tarde posible) en aquellos feedlots que no tengan sombra artificial. De esta forma se logra una mejora en la eficiencia de conversión respecto de suministrar la ración en los horarios de mayor calor.
Otro aspecto a considerar es la reducción del consumo de Energía Metabolizable con el fin de disminuir el calor de fermentación ruminal, considerado como la principal fuente de calor a disipar en animales en engorde, a diferencia de lo que ocurre en vacas lecheras. En estas últimas, el objetivo es disminuir el calor generado en la transformación de Energía Metabolizable a Energía neta de la lactancia (proveer dietas frías) dado que se les provee dietas con alto contenido de fibra y alta digestibilidad. Pero en el caso de los animales en engorde, con dietas de baja fibra y alto grano, la cantidad de calor generado por la fermentación ruminal es muy elevada. Una opción es reducir el porcentaje de grano y aumentar el de forraje en la ración para disminuir el consumo total de energía. Otra alternativa es reducir el consumo de la ración alta en grano y baja en fibra en lugar de modificar la ración. Esto se propone porque, ante el calor excesivo, los animales disminuyen el consumo temporal pero luego pueden tener grandes picos de consumo que podrían conducir a la acidosis aguda o subclínica. Es por ello que disminuciones moderadas en la concentración energética bajan la producción de calor sin deteriorar la eficiencia de conversión debido a que se evitan esos casos de acidosis.
Rociado: es el método más efectivo para mitigar el estrés por calor. Es de rápida adaptación lo cual es extremadamente adictivo y tiene que funcionar siempre porque si deja de hacerlo puede causar muchas muertes en esos días que no funciona.
Hay dos sistemas, uno para evitar voladuras de tierra y otro para animales. Para animales se requiere asperjar cada una hora durante 3 a 5 minutos. Las gotas tienen que ser grandes para que penetre en el pelo del animal. Si los animales perdieron el pelo de invierno el tamaño de gotas puede ser menor. Esto se hace con timers que se programan.
El sistema más recomendable es rociar el animal y la superficie del suelo. Esto último se puede hacer con un camión regador que tire agua dentro de los corrales o colocando aspersores en los mismos. De esta forma se reduce el calor que viene del suelo (que refleja de la radiación). Se necesita regar una superficie de 1,8 m2 por animal. El suelo tiene que estar húmedo pero no hacer barro. La dificultad es que con este sistema se duplica o triplica la cantidad de agua que se utiliza en un feedlot respecto de un día normal.
Costos y beneficios
El punto más crítico para definir la estrategia es analizar la frecuencia en que se presentan los episodios de combinación de temperaturas, humedad y velocidad del viento, que para cada región definen el estado de estrés.
“No cabe duda qué cuando aparecen esas condiciones el uso de la sombra o el rociado son altamente efectivos, pero cuando no surgen tales condiciones tienen un impacto sobre el costo pero no necesariamente un beneficio económico”, explicó. Por lo tanto, el repago de la inversión depende de la frecuencia con que ocurren los casos de estrés por calor.
“Hay que tener en cuenta que en los últimos tres años tuvimos episodios de altos niveles de calor y humedad, algo que venía siendo atípico, por lo que es hora de analizar seriamente los números para definir si es conveniente realizar las inversiones”, finalizó Elizalde. (Valor Carne)
Cómo actuar frente al estrés calórico recurrente
La ola de calor de los últimos días reavivó la problemática de la mortandad de hacienda por ese fenómeno. Les acercamos la experiencia de los Estados Unidos y las recomendaciones sobre infraestructura y manejo que Juan Elizalde y Sebastián Riffel elaboraron.