Trigo: explorando la nutrición para formar su rendimiento

El especialista Martín Diaz Zorita brindó un panorama completo de las necesidades de nutrición pensando en trigo de alto rendimiento.

Mediante una capacitación online, el especialista en nutrición Martín Diaz Zorita (Facultad de Agronomía UNLPam y DZD Agro SRL) explicó la actualidad y las necesidades que afronta el trigo ante una incipiente campaña. «Los altos rendimientos de trigo se sustentan en la alta formación y fijación de granos (número de granos) que ocurre desde estadios tempranos del crecimiento del cultivo. La adecuada disponibilidad de recursos (agua y nutrientes) y la limitación de competencias bióticas en anterioridad a la antesis (floración) es crítica para lograr una eficiente formación de granos».
«En la región pampeana y en condiciones normales de producción, nitrógeno, fosforo, azufre y algunos microelementos limitan la normal producción de trigo y explican gran parte de la brecha de los rendimientos alcanzables con respecto a los potenciales. El manejo de la nutrición integra, sin recetas, indicadores de suelo de cultivo para la correcta decisión sobre dosis, momentos, fuentes y ubicación de los fertilizantes.
Esto opera en el marco de pronósticos y expectativas donde la decisión de siembra sustentada en la oferta hídrica a partir de las reservas de agua de los suelos requiere de su acompañamiento anticipando la manifestación de cambios externos en los cultivos que muestren la ocurrencia de limitaciones nutricionales» explica Díaz Zorita.
Los niveles de rendimiento de todos los cultivos, incluyendo el trigo, pueden analizarse según la ocurrencia de decisiones de manejo según diferentes factores que lo forman. La máxima productividad, rendimientos potenciales, responden a la eficiencia de uso de recursos ambientales (CO2, radiación, etc.) en un sitio particular y de la habilidad de captación por el cultivo (genotipo, fecha y densidad de siembra, etc.). Los rendimientos alcanzables en ese sitio dependerán de la implementación de modelos para mejorar e incrementar los rendimientos ajustando la disponibilidad de agua (ej. riego) y de nutrientes (ej. fertilización).
Finalmente, al cosechar, los rendimientos logrados son los que resultan de las acciones para proteger el cultivo ante factores reductores tales como la competencia por malezas, plagas, enfermedades y eventos extraordinarios (ej. granizo). La conjunción de nutrición y producción es el eslabón que reduce la brecha entre el potencial del sitio y los rendimientos alcanzables o de referencia para el logro del cultivo. El propósito de esta exposición es identificar y discutir los elementos ecofisiológicos y el rol de la nutrición mineral en la formación del rendimiento de trigo para disminuir incertidumbres en el manejo de la fertilización del cultivo con foco en condiciones frecuentes de producción en la región pampeana.
En general, a partir que el cultivo presenta 3 o 4 hojas se inicia la aparición de los macollos que se extiende hasta iniciarse el crecimiento del tallo (encañazón). Hasta la espigazón se observa la muerte de macollos en orden inverso a su aparición. Por lo tanto, es crítico el manejo de la oferta de recursos (agua y nutrientes) que condicionan la proporción de macollos que darán lugar a las espigas, espiguillas y granos.
Además, en el período anterior a la espigazón. bajo la competencia por agua, luz y nutrientes los cultivos muestran limitaciones en el crecimiento del tallo y de las espigas y aumentos en la muerte de las flores. Al reducirse el crecimiento durante este período critico el número de granos puede disminuir en casi el 50% con respecto a condiciones potenciales de crecimiento.
Al estudiar las brechas (diferencias) entre los rendimientos potenciales y los logrados en condiciones representativas de la producción de la región pampeana se observa que casi el 25% de las mejoras en producción se atribuyen a la implementación de la fertilización.
Estudios desarrollados en la región de la pampa arenosa muestran que las limitaciones de nitrógeno y de fósforo ocurren en más del 90 % de las condiciones de producción y su corrección al fertilizar permite mejoras en el rango del 20% de los rendimientos alcanzables. Azufre y micronutrientes (ej. cloruros y zinc) muestran limitaciones menos frecuentes y aportes asociados a su corrección de entre el 5 y el 10% de los rendimientos esperados del trigo.
Estado de fertilidad de los suelos argentinos
En la región pampeana la intensificación agropecuaria fue acompañada por una generalizada reducción en los niveles de materia orgánica, nutrientes asociados a esta (ej. nitrógeno, azufre) y otros elementos tales como el fósforo, el zinc y los cationes intercambiables. La decreciente concentración de Ca y de K se relaciona con aumentos en la acidificación superficial de los suelos y además del mantenimiento de altos niveles extractables de hierro y de manganeso.
Un estudio reciente desarrollado por Fertilizar AC y coordinado por el INTA muestra que estos cambios se observan no solo al comparar la situación original de los suelos con la actual sino entre esta última, realizada en el 2018, con la del relevamiento equivalente del 2011.
En coincidencia con los menores niveles extractables de los suelos, análisis de la concentración foliar de nutrientes muestran una amplia proporción de casos con limitaciones para la normal producción de cultivos tales como maíz, soja y cereales de invierno. Además, estudios comparativos de estrategias de manejo de la nutrición de secuencias con estos cultivos muestran que esta brecha de rendimientos es de casi el 20%.
La insuficiente oferta de nitrógeno y fosforo, junto con el uso de otros elementos como el azufre y algunos micronutrientes, acordes a expectativas de producción actuales explican las diferencias de producción.
El primer paso en el camino de los altos rendimientos locales de trigo es en considerar la decisión de siembra a partir de las reservas de agua de los suelos. En diferentes áreas de la región pampeana, al aumentar la cantidad de agua almacenada en el momento de la siembra los rendimientos son crecientes. Esto es porque en toda la región es poco probable que las lluvias durante el ciclo del cultivo cubran la totalidad de los requerimientos hídricos del trigo.
Por ejemplo, en la región de la pampa arenosa, las lluvias posiblemente (entre el 60 y 90% de probabilidades) cubran el 50% de la demanda hídrica y muy extraño (menos del 35% de probabilidades) que aporten el 80% de las necesidades de agua. Es así como es alta la relación en las variaciones de rendimientos asociados a diferentes contenidos de agua evaluados en el momento de la siembra. (Agrofy)

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